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A quién va dirigido



El estudio en neuropsicología, tiene como objetivo evaluar las lesiones cerebrales ocasionadas por una enfermedad o producidas de forma abrupta por alguna lesión. Mediante la valoración neuropsicológica se puede conocer el estado actual del paciente a nivel cognitivo, conductual y funcional para establecer el diagnóstico, valorar la severidad de los síntomas y su progresión, además de establecer las pautas de tratamiento más adecuadas para esa fase de la enfermedad.

El diagnóstico temprano es fundamental para enlentecer el curso de la enfermedad.

Cuando hay un diagnóstico de enfermedad neurológica o psiquiátrica

Se recomienda hacer una valoración neuropsicológica para conocer el perfil cognitivo, conductual y funcional del paciente, de forma que se puedan establecer las pautas de intervención más adecuadas para esa fase de la enfermedad, e ir haciendo un seguimiento del avance de la enfermedad.


Cuando existe un daño cerebral adquirido o sobrevenido

Es aconsejable hacer una valoración neuropsicológica para conocer el alcance de las lesiones cerebrales en el paciente, de forma que se puedan establecer las pautas de rehabilitación cognitiva más apropiadas, ya que los primeros meses serán muy importantes para la recuperación del daño cerebral.


Cuando no hay un diagnóstico de enfermedad neurológica o psiquiátrica

Es recomendable hacer una valoración neuropsicológica cuando existen quejas de memoria, atención, desorientación, dificultades para expresarse o para comprender las cosas, cambios en la conducta o en el desempeño de las actividades de la vida diaria.

El motivo de consulta más frecuente hoy en día, son las quejas de memoria. Hay que tener en cuenta que los olvidos pequeños, esporádicos que no afectan al desempeño de las actividades de la vida diaria, son olvidos asociados a la edad como consecuencia de un proceso de envejecimiento, mientras que los olvidos que ya empiezan a ser significativos, se van acompañando de otros síntomas (como desorientación, fallos en el cálculo, irritabilidad, apatía, etc.) y afectan al desempeño de las actividades de la vida diaria (como hacer la compra, la comida, las tareas domésticas, el manejo de asuntos económicos, etc.) repercutiendo así en la autonomía para llevar una vida independiente, son los olvidos asociados a una enfermedad, como en el caso de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

Por ejemplo, si un día no se le echa sal a la comida o se olvida como hacer una receta, no tiene mayor importancia, a todos nos puede pasar, pero si eso se empieza a volver cada vez más frecuente o se produce en recetas muy sencillas o va unido a otros síntomas (como desorientación, fallos en el cálculo, irritabilidad, apatía, etc.), o nos impide mantener una dieta adecuada, es recomendable ponerse en manos de profesionales.